viernes, 1 de junio de 2018

Toca el cielo y verás la hermosa mujer que hay en ti.


Toca el cielo y verás la hermosa mujer que hay en ti.

Hace algunos días, mi amiga Lizzie me pidió que escribiera algo sobre la recuperación que tuve después de tantas pérdidas, que desde hace dos años aquejaron a la familia, mi Mamita, mi Abuelita y mi Suegra, tres personas maravillosas que hicieron de mi vida… MAGIA y por si fuera poco mi Primo, de esas personas que irradian paz, amor, honestidad, que en todo momento te trataban bonito y que le preguntas a la vida…  ¿Por qué Él?

Me pareció interesante la petición de Lizzie e hice un recuento de mis duelos y les platico lo que descubrí:

Estoy segura que para muchas, porque así lo sentí, la pérdida de personas importantes en tu vida como tu Mamá, se reduce en un dolor inmenso, difícil de aminorar y en consecuencia sientes que no cabes en esta vida, el deseo de dormir y dormir sin querer despertar, esas ganas de llorar por el recuerdo constante de la persona, apatía por las cosas que te hacían feliz, por las ganas de quererlos abrazar y hablarles sin respuesta, esa melancolía que se nota hasta en tu físico y por si fuera poco la idea de no querer pasar por eso, te hace sentir culpable, porque crees que si te distraes estás siendo desleal a su memoria. Según los expertos es la cuarta etapa del Duelo: Depresión. Este estado de ánimo que si bien es cierto era lógico que lo tenía que pasar, también lo es, que NO ME GUSTÓ Y NO ERA YO.

Mi cabeza y mis amigos me decían no eres tú, no te quedes ahí, el amor por ellos no dejará de existir ni disminuirá si dejas de llorar, si sales de la cama y de ese estado; tus hijos y los que te aman no quieren verte así. Mi cabeza siguió recriminándome hasta el cansancio que no era yo, que tenía la capacidad de hacerle frente al dolor y la fuerza para transformarlo en impulso para salir de ahí y seguir amando a mi gente, que era la responsable de elegir entre mi yo y la tristeza, ¿cómo podía mandar luz a los que ya se habían ido si estaba completamente apagada?

Entonces pasé a la etapa que le llamo… Tocar el Cielo, fue ese momento donde mi hijo el mayor, me dijo - ¡Mamita llora, sácalo todo, pero regresa! - y me dio un abrazo tan prolongado y silencioso que me acomodó el alma, en ese instante y con mi cabeza insistiendo, sentí que volver era necesario por mí, por mi gente, por los que se fueron, porque era fuerte, valiente, alegre y optimista, con todos los pedazos rotos rehíce mi corazón y me reinventé.

Tocar el cielo fue como entender que no existe una vida dura, sino momentos difíciles, que las experiencias dolorosas pueden transformarte en algo más bello. Además tienes la oportunidad de aprender y crecer, asegurarte de lo que puedes lograr, de reconocer el trabajo en equipo con los que están cerca de ti y que no es tan malo pedir ayuda, confesar cuando te equivocas y pedir perdón te hace sentir mejor persona, que nuestro futuro depende de nuestras acciones y de la actitud que tomemos, empiezas a disfrutar de los pequeños detalles que la vida te da, te das cuenta que es imposible controlar todo, que no tienes que ir contracorriente si no aprovechar el impulso del viento, ver lo positivo de las cosas, preferir siempre tu tranquilidad y felicidad, como decía mi Papá siempre con los pies en la tierra!!!

Si estas en un momento difícil, haz lo posible por tocar el cielo y sentirás más cerca a las personas que se fueron, te darán ganas de ayudar sin querer obtener nada a cambio, de sonreír, de ser creativa, perdonarás a las personas que crees que te hicieron daño, por el simple hecho de que es mejor para ti, también pedirás perdón, darás más amor consiente, te sentirás mejor contigo misma y los abrazos serán la base todo.

¡Toca el cielo y verás a la hermosa mujer que hay en ti!

Gracias a mis hijos y a mi esposo por estar ahí, al pendiente y con el hombro dispuesto, insisto el amor para los tres es diferente, pero infinito.

Gracias a mis amigos por los abrazos, Gracias Lizzie, sabes que eres un Ángel aquí en la tierra y tu petición fue tan valiosa que hizo que siguiera descubriéndome; gracias David por tus palabras, saben que los amo. Gracias a mis Ángeles en el cielo por estar tan cerca de mí y cuidándome, gracias Dios por dejarme tocar el cielo.



Alma de una Mujer
Por Alma González

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